martes, 2 de noviembre de 2010

OCASO AL ENAMORAMIENTO

En un amanecer podría acobardarse mi persona, porque realmente no se ha enamorado.
Tan complejo predecir que el derretirse hacia el reflejo de su dualidad naturalmente, no lo ha sentido con los primeros rayos del astro.
Tan estresante confiar en el mar de hilos sentimentales que recorre en su alma, irónicamente no lo ha experimentado como un calor suave que abraza bajo su piel.
Tan inexcusable sentir el cosquilleo de las mariposas o el vacío en su abdomen pero no relacionarlo como un enamoramiento sino un revoloteo de adrenalinas sin frenos bajo las nubes refrescantes que viaja a una velocidad indeterminable y golpea frente a su epidermis.
Tan exasperante escuchar el violento bombeo del motor de su vida, a pesar de que no lo ha acogido y explayado en él, con sus manos en el pecho donde siente su vibración y su vehemencia con las centellas del rey.
Tan exuberante rodearse de la amiga razón e inteligencia, mi persona nunca ha dejado de amar su lógica y dar el brazo a torcer para nuevos atajos, elevando sus brazos hacia arriba y recibiendo el esplendor fogoso de la estrella.
Tan exigente rayar lo prohibido y cuidar la creatividad de mi ser para realizar cualquier acto nativo para no inquietarse por ello, aun en su piel sigue recibiendo la oleada refulgente de excitación.
Tan narcisista exigir hacia mi persona, el permitir una vez más que mis luceros adhieran una imagen suave de su sexo opuesto, también disfrutar los pequeños detalles de la existencia rodeada de arco iris.
Tan desastroso platicar de mi persona, sobre el afecto a su pareja, a pesar de que no se ha sentido completa y sin embargo se ha habituado al trato con él como un compañero más en su itinerario.
Tan cómodo ofrecer mis puntos de vistas a los demás y orientarlos por una buena travesía basado en su lecho de amor, su cutis ha empezado a percibir la corriente suave fría y sus persianas han disfrutado el maravilloso vespertino.
Tan inútil aplicar la enseñanza obtenida a lo largo de su existencia para cometer cuanto error se le acontezca pero nunca está satisfecha de ello, su mirada sigue con atención frente al crepúsculo viendo desaparecer el día con un suspiro y un gracias al día.
Ha llegado la noche, mi persona sigue frustrada por no permitirse una nueva visión o un despojo de estrés, tan solo es una ególatra.
Me encuentro en un abismo, en un camino rodeado de varias direcciones, en un desierto sin oasis, en un mar sin ríos, en una carretera sin fin, llena de ilusiones vagas, será que de la tanta paciencia que he hartado en mi vida, ¿se ha agotado? Estoy en un dilema terrible y espantoso, no me gusta la rutina, aunque conservo la pequeña esperanza de que siempre haya un cambio bueno para mi persona. Nunca confiaré que habrá una mañana mejor, solo disfrutaré el presente, por eso su nombre lo dice… un regalo maravilloso del Creador del universo.